lunes, 31 de diciembre de 2012

Confesión número #4

Confesión número #4



No pude soportarlo más,
llevaba demasiado tiempo ocultándolo,
tanta angustia sobre mis hombros, deseando que mi cuerpo cediera.

No pude soportarlo más
Paré de hacer lo que debía,
Solo para verme bien, para sentirme como ellas.

No pude aguantar más,
y llegó el momento en el que mi cabeza dejo de funcionar, 
mi cuerpo actuaba por si solo

No pude entender nada,
no pude ver nada,
no pude hacer nada,

No pude evitar meterme en este laberinto,
y no encontrar la salida

sábado, 24 de noviembre de 2012

Cartas al cielo 2ª carta





17/05/1985

Hola papá

Me he dedicado a vagar por el pueblo con el poco dinero que conseguí encontrar rebuscando entre nuestras cosas. He podido comprar lo más esencial para intentar alimentar a mamá de la mejor manera posible; carne, un poco de queso y caldo es lo único que en estas condiciones me puedo permitir.

Intento buscar trabajo pero cada vez que entro en un local me miran de arriba a bajo y tengo la certeza de que no me van a contratar. Ayudante del panadero, cocinera, repartidora de prensa… Trabajos que según me han dicho todos los encargados que estaban de turno “requieren características que una chica de dieciséis no puede darles”. Podría decirse que me han echado de todos los locales a patadas. No sé que puedo hacer, tendré que replantearme la idea de trabajar como Meryl, no es un trabajo digno, en ninguna de las circunstancias podrá serlo pero papá, estoy desesperada.

Paso por el colegio a intentar recuperar el tiempo perdido. Al llegar mis amigas me dan la espalda, no me hacen ni caso parece que no me conocen, me ignoran y lo peor de todo es que me duele muchísimo. Lloro todos me miran alucinados, la chica perfecta, la chica que lo tenía todo, puede llorar desconsolada porque se murió su querido padre que fue a la guerra. Nada peor que sufrir y que otros se alegren de ello. Me gustaría poder estallar mi puño en cada una de sus caras. Caras que un día fueron amables y mostraron ser personas fiables que siempre estarían ahí. Pero el tiempo muestra realmente como es la gente…  

Me esfuerzo en hacer parecer que todo va bien en casa. Voy aseada y con la ropa limpia, uñas cortadas, pelo cepillado todo se ve normal menos una cosa. Mi delgadez, eso es otra historia, eso es algo que no puedo remediar. En la escuela procuro comer lo máximo posible para no tener hambre al llegar a casa.

No quiero que la gente empiece a sospechar que mamá ya no me puede mantener. Irían a casa, la examinarían. Rebuscarían en cada cajón, en cada armario encontrarían pruebas suficientes de que mamá no esta bien iríamos a juzgado y yo me quedaría con los abuelos o ingresada en un internado. Mamá en cambio iría a un manicomio se quedaría sola los últimos veinte años de su vida los pasaría en una residencia.

He intentado llegar a mamá a través de mis palabras. Me siento en el sillón del salón he empiezo a hablar le de ti de los buenos momentos que pasamos todos juntos, pero ella no me escucha. La última vez hablé con ella de la fiesta sorpresa que tu habías organizado por vuestro aniversario cinco años atrás, le hablé de como toda la familia vino a celebrarlo y todos los regalos que os hicieron incluyendo en fantástico colgante que tú compraste y que ella no se quita para nada. Cuando empiezo a hablar intento que no se desvíe de la conversación pero ella cuando cree que no la estoy mirando se gira y mira por la ventana, aunque lo haga sé que me esta escuchando, por lo que sigo hablando. Ella en un ademan de hacerme callar se levanta y se desploma en la silla porque no puede con su propio pesa pero yo continuo hablando. Se harta de mi presencia y desde hay viene lo peor se hace un ovillo en su mecedora se tapa los oídos y cierra los ojos. Yo sigo con mi historia pero ella me lo impide. De pronto empieza a jadear primero lo hace como si estuviera respirando, pero comienza a hacerlo más y más fuerte hasta que ese respiro se convierte en un jadeo lo hace tan fuerte que parece que va a morir.

Me obligo a parar.

Cuando lo hago ella vuelve a su estado original, a su misma posición y con la mirada perdida yo me desespero y me termino yendo.

Lo siento papá pero no sé que hacer en este momento

Te extraña

Lucy

 

domingo, 18 de noviembre de 2012

Confesión número #3



Confesión número#3





No poder.
Querer y no poder. 
Querer, la quiero demasiado. Mi apoyo mi hombro en el que llorar, el brazo con el que me puedo levantar, mi hermana pequeña, mi Tri, mi compañera, mi amiga, mi todo.Por una vez que tengo todo lo que toda persona quiere... ¿Por qué? ¿Por qué los demás no la podrán ver como yo? Sí, lo admito,yo también la odié, pero aprendí a abrir mi corazón y que ella misma, y no los demás, me mostraran como era. Pero ahora que la encontré, ella que me ayudó a superar tantos problemas y yo no la puedo ayudarla a resolver los suyos. Aquellos que dicen para ser feliz todos los de tu alrededor deben ser felices primero, tienen toda la razón del mundo. Viendo cada lágrima suya. Mi corazón empequeñecía. Y ya ha comenzando a parar de latir. Puesto que se va. Y puede que no  la vaya a volver a ver jamás.

Daniela Cuende Sbert que sepas que aunque te vayas te seguire amando como siempre mma, y como suelen decir
Que solo quede la amistad tantos sueños que recordar

sábado, 10 de noviembre de 2012

Confesión número#2



Confesión número#2




Una tarde del frio septiembre. Sigo sentada en los bancos del colegio, con mis siempre acompañantes la portera  y mis libretas. Saco una de ellas para empezar hacer los deberes. Lengua, expresión escrita, redacción de doce páginas, ¿cómo es tu vida? De verdad, ¿cómo es mi vida? Suspiro, como me gustaría estar en casa ahora en este instante. Realmente, es lo mismo que digo todos los días. Mi madre se ha olvidado de mí como suele pasar. Está demasiado tiempo en el trabajo. Es economista por lo que solo se lleva bien con los números. Ella es así, le gustan las cosas bien hechas, perfectas y sin variaciones, como los números, sin fallos. Y yo fui una de esos “fallos”. Mi madre me dijo que papá se fue cuando yo nací, lo único que sé es que se llama Pedro y siempre que pregunto algo sobre él la respuesta es igual a la que me daba cuando tenía cinco años  “Era un sucio y no apreciaba lo que tenía”. Mamá es una persona muy sensible y sé que quedó destrozada después de lo de papá                                                                                                                                                                 Aguantar a una adolescente en pleno crecimiento con sus cambios de humor y sus llantos es algo muy complicado. Por eso ella y yo no mantenemos mucho contacto entre nosotras, ella parece que nunca ha necesitado a una hija y yo sí necesitaba a una madre pero no lo supo y tuve que aprender a vivir sin ella.                                                                                                                        
Tiro el cuaderno hacia un lado. No podía escribir esto, la maestra me mandaría a la psicóloga del colegio para que me hiciera algunas preguntas y según mis respuestas mandaría una nota a casa para comunicarle a mi madre que era una de esas típicas adolescentes que odiaba su vida, contarle a una desconocida mis problemas no era algo que me entusiasmara, y que mis amigos ser enteraran de que no era perfecta y me odiaran por ello, me aterraba.                                                                                                                                                                                   Es tarde pero todavía siguen entrando coches al colegio, en particular me fijo en un mini color plátano que acaba de entrar seguido del coche de mi madre. Del mini amarillo, baja una mujer joven rondando los treinta años. Cuando se acerca a la entrada, un niño pequeño sale disparado desde el parque  para darle un enorme abrazo a su madre. El cariño es una cosa que con el paso del tiempo me había olvidado de lo que era, verlo y sentirlo tan de cerca me hacia tener una inmensa sensación de vacío.                                                                                                                                                       Mi madre estaba detrás y sabía que había visto lo mismo que yo. Me coge por los hombros para que la mire  y con lágrimas en los ojos me da un fuerte abrazo. Siento un calor por dentro que se extiende por todo mi cuerpo y me deja con una sensación mágica. Rompo a llorar con ella. En ese momento me siento como si fuera la única persona de la Tierra. El amor es un sentimiento inigualable y recibirlo de la persona por la que has estado suplicando tenerla a tu lado, es algo que no se puede comprar con nada en el mundo. Sé que ha tenido un mal día en el trabajo, que su novio la ha dejado o algo parecido. Siempre que le pasa algo así recurre a mí y yo la recibo con los brazos abiertos, consolándola, porque aunque ella no lo demuestre sé que lo necesita.
Al llegar a mi casa mamá está preparando la cena, yo cojo mi libreta de lengua y la abro por la página de expresión escrita, y para empezar mi relato anoto.                                                                                                       “Hoy ha sido un buen día”

viernes, 9 de noviembre de 2012

Cartas al cielo


(Como ya sabéis escribir me relaja, y me lleva a otro universo paralelo donde los personajes son como yo quiero y por una vez sé que papel harán los demás, donde yo puedo dar forma a su carácter y hacer lo que quiera.
Esta es la primera historia larga que escribo y por ello la voy a subir, espero que os guste disfrutéis de Lucy y de mis ideas descabelladas.)

                       Cartas al Cielo

1ª carta



15/5/1985
Hola papá
Hace ya más de dos semana que no estas con nosotras. Hace ya diez semanas que no oigo como te relames la boca cuando terminabas de beber café, como dejabas tus zapatos mojados en el recibidor y cuando nos sentábamos juntos a ver la televisión. Antes podía soñar con que algún día volverías, que harías todo eso de nuevo pero ese sueño se ha convertido en mi peor pesadilla.
He encontrado el valor para salir de la cama, dejar de ahogarme en mis lágrimas y dejar de preguntarme porque tuviste que morir tú. Hoy es la primera vez que dejo el dolor a un lado y decido afrontar la verdad.
Cuando me he mirado en el espejo solo pude ver una cosa, dos marcas violáceas debajo de mis ojos que me oscurecen la cara y me hacen parecer cinco o seis años mayor. Arrugas de cansancio asoman en mis mejillas y en mis pómulos
Bajé hasta la cocina y releí el telegrama que había llegado desde el ejército hacía dos semanas, parecen las típicas cartas que solo se escriben una vez, y lo único que cambia cuando se las envían a cada familia es el nombre del soldado fallecido. Dos días después de que enviaran este telegrama llamaron a la puerta,un enviado de la armada dejó tus últimas pertenencias. No tuve el valor de cogerlas, le pedí al hombre que las dejara encima de la mesa de la cocina, y han estado allí desde entonces. Una placa de cobre, tú uniforme verde, algo que ni a mi ni a mamá nos gustó nunca que llevaras, mientras tú decías que era un enorme honor poder servir a nuestro país. Todo lo que tú le diste a este país nadie te lo ha devuelto.
 Duele ver como un antiguo profesor de historia pudo cambiar su trabajo por ser soldado en el ejército. Amabas lo libros, la literatura, la paz, sobretodo la paz y la querías traer al mundo por todos los medios, sin importar el mero echo de que para ello podrías morir en el intento.
 Lo último que queda es tu diario, leyendo estás páginas supe que nos echaste menos tanto como nosotras a ti. Lo primero que hice después de revisarlo todo fue encender un fuego y quemarlo todo. Lo último que habías tocado se quemaba, tus últimas pertenencias. Observe las llamas devorarlo todo reduciendo a cenizas cuanto menos estés presente en mis recuerdos mejor.
En el único momento en el que me permitiré pensar en ti será cuando te escriba estas cartas.
La verdad es que yo estoy bien, estoy triste naturalmente, pero no es mi salud la que me preocupa, ni mi soledad, nada referente conmigo. Es con mamá.
 Mamá…
 Cuando le di la noticia de que habías muerto algo en sus ojos se apagó, como cuando te quedas completamente a oscuras en un lugar. Recibió la noticia como un puñetazo en el estómago, me miró a los ojos con esa mirada vacía y se sentó en el salón, en tu sillón favorito.
Y lleva allí desde entonces. 
Cuando la he visto no parece ni siquiera una persona . Esta muy flaca, no ha comido nada menos el caldo que le daba de vez en cuando, se le notan los huesos de todas partes del cuerpo.
Parece que para ella su vida se ha acabado
El dinero se agota, pronto moriremos de hambre. Las vacas no dan leche y las gallinas no tienen fuerzas para poner huevos. No hay nadie quien pueda remediarlo, puesto que tú eras el principal fuente de la familia. Ahora te has ido y…
Me siento muy sola papá no hay nadie quien me ayude, ni que me apoye. He decidido poner fin a esto he decidido afrontar esto como alguien maduro hasta que mamá se recupere. Nos voy a sacar a delante no pienso morirme ni quedarme de brazos cruzados lamentándome por algo pasado, ya he hecho eso estas dos semanas, y he visto toda mi vida pasarme por delante, todos los días que pasaba llorando... No, mi suerte va a cambiar, nuestra suerte va a cambiar y tu podrás leer como.
Cuelgo esta carta desde el cerezo de la colina, nuestro árbol favorito.
Te quiere
Lucy

domingo, 4 de noviembre de 2012

Confesión número#1

                  Confesión número#1

 Entro a casa, dejo la maleta en el salón, me siento en el sofá con la mirada perdida. Llevo todo el camino sin articular palabra, espero que eso ayude a que me deje en paz. Pero como es natural eso no pasa.
-¿Problemas con las amigas?
+Sí mamá
-Pero hija, ¿cuántas vas ya?
+No lo sé mamá
-¿Y por qué esta vez?
+Ni yo lo sé
-¿ No será que la culpa es tuya?
+¿Cómo lo va a ser si ni siquiera sé que ha pasado?
-Pues hija piensa haber....
+ Mamá... es qué... yo.... ¡Aggg! se supone que eres mi madre y tienes que ayudarme ¿no? No hacerme sufrir mas de lo que estoy.
(Subo corriendo las escaleras.
Cierro de un portazo.
 Oigo a mamá gritar que estoy castigada,
 suelto todos los tacos del mundo en voz baja,
 cojo una libreta sin mirar,
 un pilot violeta. 
Necesito escribir.
Necesito plasmar lo que no le puedo decir a nadie) 
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Esa sensación,cuando cometes el mismo error dos veces y caes en la cuenta de que ese simple error podría haberle darle otro sentido a tu vida. Esa vez a la que te juras a ti mismo que conseguirás no volver a tropezar con la misma piedra con la que ya lo hiciste antes. Cuando voy cobrando confianza en mi misma agarrada de una mano, esa mano me suelta y caigo otra vez en el abismo en el que me adentre la primera vez y la segunda . Llega un momento en que en el fondo de ese avismo te preguntas ¿ esta desición la he tomado yo? ¿Quien toma nuestras decisiones?                    ¿ Podríamos haber tomado otra? y si hubiesemos podido... ¿Nuestra vida hubiese sido mejor? Solo somos una posibilidad mas.